El pasado 19 de noviembre, el Padre Marcelo Toledo celebró dos décadas de sacerdocio, marcando un hito en una vida entregada al servicio de Dios y de las comunidades a las que ha acompañado. Su vocación, que surgió en su juventud en Río Gallegos, lo ha llevado a recorrer diferentes localidades y desempeñar múltiples roles pastorales con un espíritu de entrega y compromiso.

Hijo de Río Gallegos, Marcelo Toledo descubrió su vocación en la adolescencia, mientras participaba activamente en grupos juveniles y carismáticos de la Parroquia Inmaculada Concepción. Durante su etapa secundaria, comenzó a sentir el llamado espiritual al sacerdocio, una inquietud que inicialmente rechazó, pero que con el tiempo y el acompañamiento del Padre Daniel logró madurar.

Al finalizar la secundaria, Toledo decidió responder a este llamado y comenzó su formación sacerdotal, un proceso de nueve años. En 1996 realizó su curso introductorio en Cañadón Seco, y luego continuó sus estudios superiores y universitarios en Villa Devoto, Buenos Aires.
El 25 de marzo de 2004 fue ordenado diácono en Caleta Olivia, y el 19 de noviembre del mismo año recibió la ordenación sacerdotal en Río Gallegos.
El Padre Marcelo ha desempeñado su ministerio en diversas localidades, mostrando siempre una disposición admirable para asumir nuevos desafíos según las necesidades de la diócesis. Su primer destino pastoral fue Cañadón Seco, seguido de Ushuaia, donde estuvo un año. Posteriormente, pasó a Puerto San Julián, donde sirvió durante dos años, y luego regresó a Río Gallegos como rector del Santuario San Cayetano, un rol que desempeñó por ocho años.
Más tarde, fue destinado a Caleta Olivia, donde combinó su labor como director del Colegio Espínola con su rol de párroco solidario durante tres años. Desde hace siete años, cumple su misión pastoral en 28 de Noviembre, donde ha dejado una huella profunda en la comunidad.
Actualmente, también ejerce como viceasesor nacional de la Renovación Carismática Católica, aportando su experiencia y liderazgo a nivel nacional.

Al alcanzar este importante aniversario, el Padre Marcelo expresó su agradecimiento: “Agradezco a Dios en primer lugar, a la Iglesia por confiar en mí, y a todas las comunidades en las que he servido. En cada una he aprendido, crecido y madurado en lo humano y en mi ministerio sacerdotal.”
Reconoció que el camino no siempre ha sido fácil, pero destacó que las dificultades han sido oportunidades para crecer: “Desde la perspectiva de la fe, los desafíos son palos en la rueda que nos permiten madurar, replantearnos y avanzar.”
Con una mirada llena de esperanza y entusiasmo, el Padre Marcelo Toledo renovó su compromiso con su misión pastoral y con la comunidad de 28 de Noviembre, donde celebra este aniversario con el apoyo y cariño de quienes lo acompañan en su día a día. “Me siento feliz y agradecido por estos 20 años. Cada día es una nueva oportunidad para servir y aprender.”
La celebración de sus 20 años de sacerdocio es, sin duda, un motivo de alegría para toda la comunidad, que reconoce en él a un líder espiritual comprometido, cercano y dispuesto a continuar sembrando fe y esperanza.