En el marco de la Ley Micaela, se desarrolló una charla abierta sobre violencia de género con intervenciones artísticas y testimonios que invitaron a pensar y actuar desde la conciencia colectiva.

En el comedor municipal de la localidad, se vivió una jornada profundamente significativa bajo el lema “Hablemos de violencia”, un espacio de encuentro y reflexión impulsado en el marco de la Ley Micaela, con el objetivo de visibilizar, debatir y generar conciencia sobre la violencia de género en nuestra sociedad.
La actividad comenzó con una charla a cargo de la abogada Lilian García, quien abordó con claridad y sensibilidad los distintos tipos de violencia que atraviesan a las mujeres y disidencias, y la importancia de asumir un rol activo en su prevención y erradicación. Su intervención generó un intercambio enriquecedor entre los presentes, promoviendo el aprendizaje, el compromiso social y la empatía como herramientas fundamentales para construir una sociedad más justa.





El arte también tuvo un lugar protagónico en la jornada. Las estudiantes del Colegio Secundario N°12 “Mario Cástulo Paradelo” presentaron la obra “Mujeres insolentes de la historia”, bajo la dirección de la profesora Guadalupe Ponce. A través de esta puesta en escena, se revalorizaron las voces y luchas de mujeres históricas que desafiaron las normas de su época, dejando un legado de rebeldía, valentía y transformación. La obra fue aplaudida por su contenido y fuerza simbólica, logrando emocionar y provocar reflexión en todos los asistentes.
Finalmente, la psicóloga Jéssica Quiroga compartió una intervención que cerró la jornada con una mirada sensible sobre la salud mental, el acompañamiento psicológico y el rol activo que puede ejercer la comunidad para romper los silencios que perpetúan la violencia. Su mensaje destacó la importancia de escuchar, contener y sostener a quienes atraviesan situaciones de vulnerabilidad.
“Hablemos de violencia” no fue solo una charla, sino una convocatoria a la acción. Desde la palabra, el arte y el compromiso, la comunidad dio un paso más en la construcción de una cultura libre de violencias, donde cada voz importa y cada gesto cuenta.