2016 fue el año en que se presentó el primer dispositivo compatible con eSIM: una versión virtual de las clásicas tarjetas para el móvil que prometía mayor comodidad al cambiar de operador o número, un aumento de la seguridad, conexiones múltiples y reducción del uso de plástico y residuos. Además, nos ofrecía la posibilidad de mantenernos conectados a nuestros wearables sin tener el teléfono cerca. De hecho, ese primer ‘gadget’ con eSIM fue un smartwatch, el Samsung Gear S2 Classic 3G, que permitía hacer llamadas, recibir y enviar mensajes o escuchar música en plataformas de streaming.
La eSIM promete mucho, pero todavía no despega con el iPhone Air